miércoles, 13 de mayo de 2009

Elegía a Carlos Lenis, “Payaso”: el amigo tierno que siempre nos hacia reír

Por: Ernesto Pino
Semanas atrás, recibí un correo de Julián Ocampo, donde me decía que Carlos Lenis, Payaso, estaba muy enfermo y me pedía una oración por él. Sin pensar en actos premonitorios, y con la inocente credulidad que solo bastaba el cariño por un amigo entrañable para que no se fuera, esto le respondí: “Julián, que le pasa a Payaso. Me impacta la noticia de su enfermedad, pues el representa en la bruma del tiempo uno de los referentes mas importantes de la historia de Puyana y de nuestra amistad. Estaremos disparándole energía para que su tierna presencia y su humor invaluable nos siga haciendo reír.”
Ante lo inevitable y vislumbrando que Payaso en sus espaldas y en su corazón se ha llevado sus chistes, el acordeón y nuestra amistad, quiero recordar algunas de sus huellas.
Hace mucho tiempo con el compartí muchos días y noches en las que dábamos vueltas al barrio Puyana, esperando a ver la chica del momento o simplemente para gastar el tiempo mientras nos hacíamos bachilleres y ver que pasaría mas adelante. Siempre nos unió un calido defecto del masoquismo colombiano como es la de tener pasión por un equipo de fútbol, y en este caso ser hinchas desde niños del Deportivo Cali (el “equipo amado”, como le decíamos haciéndole eco a Pardo Llada). Payaso, Carlitos Lenis se quedó en Puyana como el principal testigo de su evolución: recientemente me decía que Puyana, después de que nosotros migramos (Julián Ocampo, Oscar Fernández, Fabio Arroyave, Alberto Cardona, Hugo Ocampo, Humberto Lasso, los Buitrago, el negro “Sobuca”, me perdonan los que ahora no recuerdo) no era los mismo: durante varios años, mezclamos la practica del fútbol, del estudio y de la rumba en una zona geográfica del barrio, prohibida para los otros jóvenes del resto de Sevilla: tuvimos el mejor equipo de fútbol, las mejores amigas bailadoras y una amistad entrañable y solidaria; bajo la banda sonora del acordeón que Payaso tocaba con mas entusiasmo que juicio, en aquellas noches en que a payaso le salían miles de chistes y a lo sumo 10 canciones. Con él aprendimos el coro de canciones como “Amar y Vivir”, “Danubio Azul”, “Noches de Hungría” y otras tantas. Cuando prontamente terminaba el repertorio, no teníamos otra opción que repetirlas, porque lo que uno quiere lo repite y preferíamos oírlas de nuevo y no irnos a dormir temprano.
Payaso no jugaba al fútbol, al estar impedido de la más remota habilidad, simplemente lo veía y lo disfrutaba más que nosotros, a su modo: En el “campito” de Puyana, Fabio Arroyave narraba los partidos y él hacia los comerciales contando chistes y nosotros jugábamos y nos reíamos. Por esa simple razón siempre pensé que el destino de los dos estaría en la narración deportiva. Con el paso del tiempo ellos no hicieron caso de sus talentos y el “campito” se convirtió en un desolado y vergonzoso potrero.
Hace algunos años nos reunimos con el, y repasamos parte de nuestras historias. Entonces me contaba de sus anhelos y desesperanzas, especialmente lo que significo la muerte de su hijo y entre broma y chanza, sentimos cierto alivio que brinda la nostalgia. Me decía que le pesaba no haber estudiado como nosotros, a lo cual le respondí, que su talento natural de despertar la risa y el regocijo de los demás era más importante que los cartones académicos y que él para nosotros era el personaje. Hoy sigo pensando lo mismo y agradeciéndole donde quiera que haya buscado refugio, su ternura y su simpatía que son absolutamente invaluables e inolvidables.
Carlitos, recuerda que cuando Alberto Duque se fue, pensamos lo que hoy pienso de ti, a la manera de Alberto Cortes: “Cuando un amigo se va, se queda un espacio vacío que no lo puede llenar la llegada de otro amigo”.
A su entrañable familia y a todos sus amigos un abrazo solidario.
PD: Agradezco a “El Ciudadano” la publicación de esta nota, que me da cierto consuelo en medio de mi congoja.
Cali, Mayo 4 de 2009

PARA PAYA MI AMIGO DEL ALMA, MI AMIGO DE SIEMPRE.

En muchas noches de alicorada bohemia discurrimos sobre nuestra humana costumbre de expresar nuestros sentimientos cuando quién merece estas manifestaciones no está presente. Como hoy tu estas aquí y estas en franca recuperación quiero expresarte lo fuerte que es el lazo de amistad que nos une y el inmenso cariño que te tengo y además, dejar derramar, para ti, estas palabras pintadas de recuerdos.
Un día, de no se cuando, La Divina Providencia nos puso en el mismo camino y desde ese instante nuestros destinos se unieron para gozar y disfrutar nuestra existencia, porque tu vida, la mía y la de nuestros amigos (no los enumero para que no me falte ninguno) ha sido un permanente goce: jugamos todo lo que había y lo que pudimos inventar con lo que el medio nos brindó: escondidijo, guerra, diez, lanzamos trompo, toteamos bolas, tiramos cauchera , montamos carros de balineras, elevamos cometas, corrimos a los tubos, pegamos taponazos de desquite en fusilamiento, pescamos y nos bañamos en cañadas y ríos, pateamos pelotas y balones, desarmamos y armamos tantas veces nuestras bicicletas que por un milagro divino y a costa de su desbarajuste siempre nos sobraron piezas hasta el punto que casi completamos otra, nos burlamos de todo y de todos los que se nos pusieron: TABAQUERA, PEPEPEDRITO, DON RAFAEL Y LA MANCHU, LAS LOCAS OLIVA Y JUANA, EL SOÑADOR CANTANTE DEL CLUB DEL CICLAN, llamamos a hacer pedidos mentirosos al Almacén YA, solicitamos a los Bomberos despertar a las tres de la mañana a un vecino que no nos dejó echar cuentos verdes en el andén de su casa, en llamadas telefónicas nos hicimos pasar como los novios de nuestras amigas, enviamos complacencias a nombre de parejas que sabíamos peleadas, amarramos caballos en las agarraderas de las puertas etc. Ya mayorcitos pero creyéndonos experimentados jugamos a ser viejitos: en las tiendas de Don Martín y Don Noé y en el Despachito aprendimos a jugar billar, fierro y treinta y una, tomamos cerveza y aguardiente, sufrimos juntos por amores imposibles; nos metimos a escondidas en bulliciosos bares y “pecaminosos burdeles” (eso decían nuestros padres, sería que los conocían?) , recorrimos miles de veces: La Fuente, Mi Sevilla, El Salón Social buscando sin esperanzas una novia para el momento, aprendimos a bailar en Fundadores para poder tirar paso en los Arrieros, probamos el amor sin amor a cambio de unos pesos, cuidamos casas que el fin de semana las convertimos en bebedero, hasta que, sin saber ni como, ni cuando, ni porque, nos llegaron las responsabilidades y con ellas el “TATEQUIETO” pero ni así nos aliviamos del mal de siempre: ANDAR TODOS JUNTOS PARA JODER Y SACARLE GUSTO A LA BOHEMIA. Por todo esto nadie nos quita lo BAILAO.
PAYA. Quiero hablarte de esa Divina Providencia que nos puso en el mismo camino. Es la misma que hoy te acompaña en esta pasajera dificultad, es la misma que hoy te llena de valor, te infunde fuerza y te colma de paciencia para sortear el sinsabor de la enfermedad, es la misma que hoy te lleva en sus brazos dejando en la arena solo sus huellas (¿recuerdas ese pasaje de tan bello poema?, es la misma que hoy le dice a nuestros corazones que pronto volveremos a disfrutar de tu alegría en nuestros constantes encuentros. PAYA, recuerda siempre que a DIOS te debes, que de DIOS dependes y que en DIOS debes confiar y agradecerle el milagro de la vida (somos afortunados al haber nacido) demostrando VALOR FUERZA Y PACIENCIA en esta dura prueba.
De todo corazón,
Julián.
Pereira 18 de abril de 2009.

CRUDA REALIDAD

Me tomó del brazo y me arrinconó junto al baño que estaba a la salida del corredor de la casa; y antes de colocar sobre mis piernas el primer juetazo, me dijo: “Tiene que ser honrado y leal, jamás, incluso después de que muera, le perdonaría que dejara de ser cualquiera de las dos cosas”, y procedió….
La pela no era propiamente para fortalecer una virtud, sino para sancionar una mala acción.
El suscrito había hurtado una moneda de diez centavos, de una devuelta que habían colocado encima de la mesa del comedor. Había obedecido a la tentación.
El dulce sabor de las golosinas compradas con aquella moneda de diez, adornada con el frío rostro del Cacique Calarcá, dejó en mis flacas piernas una marca imperecedera, y en mi conciencia La lección eterna de verdad que me había dado mi Padre.
Lo que sí nunca imaginé fue que muchos años después volvería a mi pueblo, a encontrarme con la otra verdad, la que evolucionó con las generaciones permeadas por el dinero fácil y el cultivo del facilismo en y para todas las actividades del Hombre “Moderno”, donde la legalidad y la responsabilidad, no son virtudes sino manifestaciones inconsistentes de “Viejos fuera de foco y guevones, que se han dejado castrar ideológicamente por sus cuchos”.
Fácilmente, los amigos dejan de serlo cuando descubren que uno no está de su parte en la solución de cualquier tipo de irregularidad.
La agresividad, se convirtió en herramienta fundamental para atemorizar y obligar al otro a cobijarse con la manta de la ilegalidad.
En mi pueblo: No para todos, pero sí para muchos, Usted no está en nada, si le cancela el valor de cualquier infracción al Estado, cuando por menos de la mitad o una tercera parte, lo puede arreglar con el corrupto.
En un país, donde la corrupción hace más daño que la guerrilla, lo que duele es la indiferencia de los gobernantes, ¿ O será que la corrupción y los vicios de algunos funcionarios del Estado, tiene un costo político tan elevado, que obliga a los manejadores de la cosa pública, a convivir con el flagelo?
Esta, es la pregunta del millón। Pero, para actuar acorde con nuestra realidad, la podemos cuadrar en 500 o 200

HECTOR FABIO VALENCIA A।

EL IMPERIO DEL SILENCIO

Después de un tiempo, cuando nadie volvió a verle por las calles del pueblo compartiendo con quienes lo eligieron para que gobernara y recuperará la pérdida institucionalidad de “Mi Sevilla”, sometida al desgobierno y la falta de transparencia de por lo menos tres administraciones anteriores, un día cualquiera reapareció en el Balcón del Palacio, el rey invisible, rodeado de sus guardias, atendiendo a los provincianos que aceptan ser mostrados públicamente, como evidencia de dialogo, cuando “sus puertas se cerraron para siempre”.
Y Juanito preguntaba con deseos de saber las cosas que a sus años podía comprender, si , “El nuevo rey, amparado en su imagen benévola resulto mas codicioso políticamente que sus antecesores.”
La omnipotencia no es humana. Pecan los que quieren serlo, porque cuando el pueblo se percata de la escasa suficiencia del candidato para transformarse en gobernante y de su incapacidad para lograr los acuerdos políticos necesarios para el éxito de la gestión, comienza a arrepentirse de su último ejercicio electoral. Menos vitrina, menos versos y más gestión. La transparencia en el manejo de los recursos parte del control directo que hace el gobernante para evitar desviaciones incomodas, que posteriormente se convierten en acciones administrativas o judiciales, que con un poco de inteligencia y voluntad política se pueden evitar.
Valdría la pena que el gobernante se asomara a la tribuna y nos contara el estado de salud de la salud, porque algunas cosas no entendemos y menos cuando el informe de gestión del primer año, nos plantea algunas incoherencias en la inversión. En la antigüedad el rey usaba la tribuna para satisfacerse con el pueblo de sus ejecutorias en la guerra o en el gobierno. En la modernidad, el rey puede reunir al pueblo en la plaza; usando la tecnología moderna; para contarle de sus realizaciones y de sus dificultades para la ejecución y no seguirse asomando tímidamente en ella como queriendo hacer presencia cuando la invisibilidad lo invade.
Los periodistas libres, estamos en la obligación de usar todas las tribunas; sin ser tildados de opositores; para reclamarle al gobernante, que le pague legal al pueblo que lo eligió.
Ojala que la reflexión alcance para que cuando llegue la temporada de los vientos políticos, el alma del elector no este saturado por los aires del silencio gubernamental.
La esperanza de que al pueblo le vaya bien alguna vez en la vida no se puede seguir diluyendo a la sombra de la confianza que el pueblo otorga al gobernante, solo nos interesa lo general. Los intereses políticos particulares no nos emocionan y menos cuando son solo promesas. Hay que hacer y hacer-hacer cuando de gobernar se trata. El que manda es el rey. Y los reyezuelos lo están haciendo mal, como lo mandan los cánones de la suplantación.

HFvalenciaaguirre